miércoles, 22 de diciembre de 2010

Gracias, Sinde

Ayer se extinguió el intento golpista de la ley más polémica y antidemocrática de la última década, en un órdago que el gobierno creyó ganar e imponer con sus cartas marcadas. Poco le sirvió intentar camuflarla dentro de un paquete de leyes diferente. Poco le sirvió intentar presionar y negociar con el resto de partidos políticos. Poco le sirvió los argumentos dóciles intentando convencer de que no hay segundas intenciones y de trasfondo. Al final, PSOE se quedó sólo, con el sabor amargo de una derrota sin precedentes, indicador clave de una crisis de gobierno, condimentado con una tendencia de otras crisis que le han venido grandes y de las que no ha sabido estar a la altura.

La ley Sinde lleva dando bandazos desde su nacimiento (hace ya mucho tiempo), encontrando barreras allá donde va, pues es antipopular. Gracias a Wikileaks nos enteramos de que esta ley viene escrita desde EEUU, cuyo gobierno, simpatizante (o calzonazos) de la industria cinematográfica de Hollywood, ha estado presionando a nuestro gobierno, a pesar de los informes de casos infructuosos de cierres de páginas web en nuestro país. Y es que en nuestras salas de cine, más del 85% de las películas proyectadas son "made in USA", y eso no es suficiente para la infinita codicia de unos magnates anticuados. Hay que acusarnos de ser el país más pirata del mundo, cuando de siempre se ha sabido que nuestros galeones eran asaltados y hundidos por piratas de otros países. La acepción de la palabra pirata, según el diccionario de la Real Academia de la lengua Española, es la siguiente:

"Persona que, junto con otras de igual condición, se dedica al abordaje de barcos en el mar para robar.
Persona cruel y despiadada.
Persona que, bajo amenazas, obliga a la tripulación de un avión a modificar su rumbo."


Sería irónico pensar que una ama de casa, un estudiante adolescente, un señor jubilado, un autónomo, un "currito", o cualquiera de los millones de personas a los que se les acusa de piratas, vayan por la calle sembrando el pánico cruelmente, amenazando despiadadamente al resto de ciudadanos. Es calumnioso, cuanto menos. Se está faltando el respeto de millones de personas y de un país.

Nuestro gobierno ha cedido a las presiones de una industria decadente condenada a la extinción. No digo ésto sin una buena razón. Internet y la sociedad de la información están aquí desde hace casi dos décadas. Es una revolución sin precedentes en la historia, incluso mayor que la revolución industrial. Esta revolución ha calado en la sociedad, en las economías, en los negocios, en las políticas... en todo, salvo la industria de la cultura. Ha revolucionado en la forma de comunicarnos, de expresarnos, de comprar, de consultar información, de planificar nuestras vacaciones, de compartir intereses... Todo se está adaptando y evolucionando en torno a la sociedad de la información, porque es beneficioso y porque cubre las necesidades de los compromisos sociales y económicos. Cualquier empresa hoy en día tiene su página en internet, y ha adaptado su modelo de negocio a la web. Desde hace ya tiempo, los ciudadanos, antes de comprar, consultan productos y precios en internet, se informan bien sobre sus características y ventajas, y, por último compran aquello que mejor se adapta a sus necesidades personales. Sin embargo, la industria cinematográfica y de la música, no quieren evolucionar, y se aferran agónicamente al obsoleto modelo de negocio que tanto beneficio les ha dado durante tantos años antes de la revolución de la información. Es cierto que podemos comprar películas y música a través de internet, pero no aportan ningún valor añadido con respecto al formato tradicional. ¿Por qué pagar el mismo precio por una canción en formato electrónico que en formato físico (precio/canción), si la discográfica se ahorra costes de producción, logística y tienda? Si esta industria no innova, no escucha ni satisface las necesidades de los consumidores de esta época, está condenada a su extinción.

No entraré en más detalles sobre asuntos de los que ya se han discutido y sobre los que se han escrito ríos de tinta. Me concentraré en la polémica ley Sinde y lo que dicha ley ha supuesto estos días. Pero no voy a dar más datos de los que ya se conocen y que se pueden consultar en otros medios, principalmente en http://sindegate.net.

Me gustaría dar las gracias a Sinde y a su ley. No, no me estoy volviendo loco. Lo digo seriamente y con sinceridad. GRACIAS, SINDE. Pero, ¿Por qué? Por que la ley Sinde hay tenido éxito. Pero no el éxito que se esperaba. Si no el éxito de movilización de miles de ciudadanos para expresar libremente su opinión. Las barricadas ya no están en la calle, si no en la red, donde hay un movimiento más multitudinario, más social, más rápido, más interactivo, y más efectivo. Las redes sociales estaban a rebosar de proclamas y activistas. Las redes sociales se convirtieron en cacerolas hirvientes de opiniones ciudadanas.

Donde más ciudadanos se encontraron, donde más ciudadanos expresaron libremente su rechazo a esta ley, donde más ciudadanos coincidieron y lucharon, fue, sin duda alguna, Twitter.

Este medio, nacido de la idea de los SMS, se convirtió en el medio por el cual el interés sobre esta ley se multiplicó viralmente hasta límites incuantificables. Durante el lunes y el martes (anteayer y ayer), seguimos con gran interés los tweets que a cada segundo se recibían en distintos canales, tales como #leysinde o #sindegate. Hubo más canales, sin duda alguna, pero estos fueron los reyes de la batalla de los medios.

Por ello, Ángeles González-Sinde, le quiero dar las gracias por su ley, pues ha despertado el interés de ciudadanos que creíamos dormidos, y que, a pesar de la lluvia y el frío, se han manifestado a través de internet para expresar su repulsa a una ley que no es más que espasmo delirante de una agonizante industria que se muere por no evolucionar. Le quiero dar las gracias por descubrir, sin que lo previese ni quisiese, un movimiento de expresión más popular y efectivo que una manifestación o un referendum. Le quiero dar las gracias por poner de acuerdo y reafirmar las convicciones de la mayor parte de los ciudadanos de este país, de levantarles de su adormecimiento y hacerles dar un puñetazo en la mesa ante un ataque a sus derechos. Le quiero dar las gracias por hacer que millones de españoles tengan interés por informarse, por despertar del letargo de desinformación y engaño. Le quiero dar las gracias por hacer que los ciudadanos españoles sepan algo más sobre internet y sobre la propiedad intelectual, pero, sobre todo, por estimular el interés por la información y por la política (aunque sea en unas circunstancias un poco humillantes). En resumen, GRACIAS, SINDE.

Fuente: http://rhernamperez.wordpress.com/2010/12/22/gracias-sinde