Internet se ha convertido en la mayor revolución de la humanidad, al poder acceder a la información por todas las clases sociales y de todas las partes del mundo. Bueno, al menos en teoría, ya que aún seguimos sufriendo la censura por parte de gobiernos que sí deberían ser censurados, y aún no se ha invertido ni se ha promocionado el calado en las clases más bajas y en los países más pobres.
Hace ya tiempo intenté, desde este blog, hacer un llamamiento para intentar evolucionar los países marginalmente pobres a través de las tecnologías, con algunas interesantes propuestas, como la cesión de ordenadores antiguos, voluntariados para transferir el conocimiento, y otras muchas e interesantes soluciones.
Lamentablemente, aquella idea social y solidaria quedó en un saco roto, pues cada uno vamos a lo nuestro, sin ganas y sin interés en lo ajeno, aunque sea para una buena obra. Somos egoístas por naturaleza.
Sobre este punto me gustaría debatir con los lectores amplio y tendido, pero en un post que sea interesante y participativo.
Siendo más realistas, y analizando nuestro cibermundo, observo que éste es también antisocial, pues los que hacen un uso personal o laboral sufren las depravaciones de aquellos que lo acaparan todo.
Hay veces que intento acceder a información o descargarme software libre, con muy poco ancho de banda, o leer correos como cualquier usuario de a pie. Uno se encuentra impotente al no poder acceder a veces al correo, o tener algunos cortes de transferencia de información, o la reducción de mi ancho de banda.
Pudiera ser que mi servidor de correo o el servidor al que accedo pueda tener picos que me afecten, pero lo que mayormente influye en ese detrimento de la velocidad es el uso indiscriminado de voraces devorabytes. Algunos descargan grandes cantidades de información (muchos de ellos películas en DVD, música, programas, juegos, etc.)
No estoy en contra de estas prácticas. Cada uno puede hacer uso de su ordenador como le plazca. Es su reponsabilidad lo que haga con su conexión. Pero sí me molesta en demasía que por capricho, ocio o lucro tenga yo que tamborilear mis dedos esperando a descargarme mi correo o acceder a una página web, y aún más, cuando la conexión se corta o termina dándome un timeout.
Asimismo, otra cosa que me molesta mucho es que se me señale con el dedo como si fuera un delincuente, ya que la SGAE considera a cualquier internauta como eso: un delincuente que va a descargar obras ilegalmente. Y para colmo, cobrarme un "impuesto revolucionario" llamado cánon, porque se presume que soy un pirata y voy a infringir derechos de autor, cuando los delincuentes son la banda de Teddy Bautista y sus colegas, que violan a la constitución y al derecho más elemental, que es la presunción de inocencia, sustituyéndola por la prostituta presunción de culpabilidad.
Y es que un porcentaje muy bajo de la sociedad descarga películas, música, programas o libros, y gran parte de esta minoría lo hace de manera ocasional, y aún mucho menos porcentaje aquel que lo hace para lucrarse.
En esta marejada turbia y pestilente se mezclan acusaciones y justificaciones que tienden a insolidarizar la red y a hacer un uso de la red cada vez más irresponsable y delictiva. Porque si no, díganme una cosa: si soy un supuesto pirata por comprar un disco duro, un CD, un pendrive, etc., y se supone que voy a hacer uso de ese dispositivo para fines ilícitos y delictivos, y por ello tengo que pagar un "impuesto revolucionario" para cubrir los daños que provocan esos fines, ¡JODER! (perdón por la expresión), ¡pues voy a hacerlo, ya que he pagado por ello!. Eso me debería justificar. Es como si compro un cuchillo y me hacen pagar un mes de prisión y una multa de 3000 euros porque con ese cuchillo pagaría los daños que produciría una reyerta a cuchillo. Si lo he de pagar por ello, pues lo hago, ¿no?
Sé que una exageración llevada a un extremo, pero en la infinidad de conversaciones que tengo con muchas personas (conocidas y no conocidas) sobre este tema, al final alguno salta con lo mismo.
Pero bueno, a lo que iba es que, independientemente de la SGAE, la red queda corrupta por el uso que se hace de ella, totalmente irresponsable en el que los que simplemente usamos Internet nos perjudica.
¿Y qué soluciones se pueden adoptar en uno u otro sentido?
A mí se me ocurren algunas, todas ellas discutibles y perfectamente mejorables. Pero por lo menos se aportan y dan mayor conocimiento o nuevas perspectivas de hacer las cosas.
Por un lado, creo que quien acapare más ancho de banda y más descargue, pague más. Con ello se decrementaría enormemente la descarga ilegal de películas, música, software y juegos, liberando el ancho de banda para todos, cosa que sería de agradecer.
Algunos dirán: yo veo la televisión por internet, o me paso todo el día en youtube, y eso consume mucho byte. Pero, ¿es una necesidad o un capricho? ¿Es ocio? Si es ocio y me quitas ancho de banda para mis correos o para gestionar trámites a través de internet ya es un poco injusto.
Obviamente habrá de todo, y sea realmente una necesidad. Por ello, si es para trabajo, creo conveniente tener una tarifa de empresa más justa por el uso del ancho de banda, con unas características de uso algo diferentes a las de un usuario normal.
Por otro lado, dependiendo de la modalidad de uso de internet (personal, profesional, etc.), se apliquen tarifas y condiciones distintas, así como hacer un sistema de detrimento por exceso de uso. Es decir, que el ancho de banda sea regulado también por el proveedor de internet, y que vaya cerrando el grifo a medida que se vaya consumiendo bytes. Por ejemplo, cada 200MB de bajada diaria se detrimente un 10% su propia velocidad (se puede aplicar cualquier otra regla).
Otra idea sería que al llegar a un límite muy superior al que dicha modalidad pueda acceder de forma normal (por ejemplo, superar el GB diario), se comience a auditar a ese usuario sin entrar a investigarle. Pero una vez se tenga un patrón sobre el mismo tras un uso constante y disparatado de la red durante un tiempo prudencial (por ejemplo dos o tres meses), abrir una investigación sobre el uso de dicha persona.
Otra idea sería una educación cibernética, en la cual se instruya sobre internet y su uso justo y racional, enseñando qué está bien y qué esta mal, dónde están los límites, cuáles son las acciones de las leyes y, sobre todo, sensibilizar sobre su uso y pensar en todos.
Estas son ideas quizá ilusorias y quizá idealistas. Pero pensemos qué podemos hacer de cara a tener todos una internet de calidad, con una velocidad en condiciones y sin cortes (no valen las infraestructuras, pues es como decir: hagamos coches más rápidos para no tener caravanas). Pensemos en los demás y en nosotros. En EEUU ya se han estudiado medidas parecidas a las propuestas en este post. ¿Cuáles se te ocurren a ti?