Este fin de semana, tras quitarme el pesado traje de la desidia y de la dejadez, por fin pude configurar mi olvidado Linux. Hacía ya 6 meses que tenía instalado Windows XP y Linux Mandrake 10. Pero siempre, por inercia, arrancaba con Windows.
En poco tiempo y sin ayuda de nadie pude configurar mi conexión a Internet, y enseguida pude comprobar en mis carnes cómo la velocidad de navegación se llegaba a triplicar con la mía de Windows. Me quedé estupefacto ante tal abrumadora diferencia.
No soy nuevo en Linux, pues he trabajado y he utilizado Windows. Pero, por costumbre y por necesidades tengo que utilizar Windows.
No entraré en polemica con si es mejor uno u otro sistema. Yo diría que todos tienen su puntito y su parte en este mundo. Windows es muy popular y es utilizado por la mayor parte del planeta por su sencillez, su amplia documentación y la cantidad de aplicaciones existentes. Linux es el más fiable, el más seguro, y poco a poco ha ido ganando también en sencillez y ganando adeptos. Pero aún le queda mucho que mejorar en cuanto a usabilidad.
Yo, particularmente, prefiero un sistema operativo cogiendo lo mejor de cada sistema operativo: la sencillez de McOS, la robustez y la seguridad de Linux, y la abundancia y calidad de aplicaciones de Windows.