Al igual que las anteriores revoluciones industriales, las tecnologías de la información han hecho cambiar el modo de vida y el modo de hacer negocios. Pero las tecnologías de la información van a cambiar, ya que todo tiende a industrializarse y a convertirse a un mero elemento dentro de la empresa, al igual que la electricidad, el aire acondicionado o el mobiliario.
Hace unos años, el boom de las tecnologías de la información representaban algo innovador y representaba un elemento estratégico muy importante dentro de una empresa, para tomar ventaja sobre la competencia. Tanto el hardware como el software se han extendido, las redes conectan y el coste se ha abaratado mucho.
Pero, como ocurriera en el pasado, este innovador negocio ha ido experimentando cambios, y el informático idolatrado, el gurú, el intocable se ha visto relevado por el outsourcing, y la competencia entre las consultorías de TI se ha visto acrecentada. Todo tiende a estandarizarse para todos, en lugar de exclusivizarse por unos pocos.
Por otro lado, las empresas han experimentado muchos cambios gracias la TI, y también han experimentado inversiones que no han retornado en este concepto. Se está empezando a dejar de invertir en megaproyectos innovadores, para mantener los sistemas de información actuales y solamente renovar en caso necesario. La TI deja de ser estratégica y se convierte, en su justa medida, en un elemento que ayude en el negocio, y no en algo que se antepone o se le dé más importancia que al propio negocio.
¿Hacia dónde nos conduce todo ésto?. Pues la vuelta al negocio tradicional pero teniendo la TI como un elemento de soporte, en el que se invertirá sólo lo necesario en el momento conveniente.
La revolución del Open Source abaratará y estadarizará las TI, creando componentes software que valdrá para todo. Por otro lado, las consultoras serán como las actuales empresas tradicionales, que tendrán profesionales que integren aquellos componentes para suplir las necesidades del cliente. El negocio funcionará de manera similar a cómo un electricista, un fontanero o un carpintero, compran los materiales y mediante su trabajo trabajan dichos materiales para tender redes eléctricas, montar puertas o ventanas, y arreglar grifos.
Los grandes desarrollos con tecnologías diferentes, las innovaciones, las metodologías aplicadas y todas esos complejos procesos que dan vida a un proyecto, se verán relegadas solo a fabricantes exclusivos de componentes, para cosas muy concretas y especiales. Todo tenderá a hacerse más sencillo, a burocratizarse y politizarse aún menos. Los servicios serán más necesarios, y la implantación de nuevos sistemas tendrá mucho menos costes, mucho menos mantenimiento y será todo más simple.
El software estará más accesible, y será más estándar y configurable. Habrá software estándar para cualquier cosa que se necesite, en lugar de tenerlo que desarrollar nuevamente. El software será como una pieza de un motor, y el consultor TI será el mecánico. No existirá apenas programación, sino integración y desarrollo de interfaces (como ahora, pero con mucho menos trabajo).
Los modelos de software remoto, ofrecidos por empresas, será una realidad. Cualquiera podrá utilizar un software específico online, como una herramienta de escritorio (como el Office), o cualquier otro modelo de software ERP o CRM (herramientas de negocio interno o de comunicación con clientes). No será necesario instalar el software, se ahorrará costes de implantación, de mantenimiento y se ganará en seguridad.
El mundo de las TI irá desacelerando poco a poco el frenesí dinámico de cambios, de nuevas ideas, de nuevas tecnologías. Los sistemas de información no se quedarán obsoletos en un año, si no que se amortizarán sobradamente.