Una de mis mayores preocupaciones es mi seguridad y la de los míos.
Recientemente ha adquirido un chalet, y uno se pregunta "quién me mandaría a mi?". Y no es para menos.
Cuando vivía en mi pisito, céntrico en Móstoles, no necesité nunca de un sistema de seguridad, pues el barrio era muy tranquilo, estaba rodeado de vecinos, y con mi puerta blindada, único acceso a la vivienda, era suficiente. Incluso la alarma magnética que puse (de esas que se ponen en la puerta con dos nodos enfrentados mientras está cerrada), ni siquiera llegué a utilizarla realmente.
Ahora las cosas han cambiado, y vivir a una, teórica, mejor vivienda, uno debe andarse con pies de plomo. Al ser una residencia, no tienes la misma seguridad que estar rodeado y apiñado de decenas de vecinos. Ahora sólo tienes un vecino a tu derecha y otro a tu izquierda. Ahora tienes más accesos (calle, parcela y terrazas), y la zona podría llamar la atención de los cacos.
Tengo un cuñado policía, cuya recomendación fue que la mejor seguridad era una buena disuasión, por lo que me recomendó enrejar el chalet de arriba a abajo. De esta manera, un porcentaje muy alto de cacos se lo pensaría mucho, pues le resultaría mucho más difícil entrar, o, por lo menos, lo entretendría más. Aún así, uno no se encuentra seguro del todo, pues a ladrones de ya cierta clase, le indicaría que una casa tan protegida debe tener un botín mayor. Cosa que no es así en realidad, pues apenas tenemos joyas (si cabe las alianzas de boda), electrodomésticos normaluchos tirando a baratos y poco más.
El siguiente paso es disuadir aún más los cacos, y para ello instalaremos focos detectores de movimiento. En el Leroy Merlin apenas cuestan 10 euros, y permiten detectar hasta 10 metros un movimiento y pegar un flash de luz de 150w durante unos segundos (programables). De esta manera, un ladrón quedaría expuesto a que le vean.
Obviamente, los cables estarían bien protegidos en el interior. Pero aún así, un buen ladrón podría cortar la luz (los registros están fuera), y se jodió el invento. Otra pega a este sistema si se cruza un insecto justo delante del sensor.
Otro paso más es la instalación de una alarma con una central, sistema de alarma anticoacción, alarma silenciosa y otros sistemas de seguridad. La disuasión estaría en los carteles de la empresa de seguridad, informando a todos que dentro hay una alarma segura. Por tanto, tanto las rejas, como los focos, como la alarma parecen un buen sistema, pues nuestra residencia es una residencia de obreros, de viviendas de protección, y en ellas no se encontraría mucho botín para tantas molestias.
No obstante, a uno le queda la desconfianza y la inseguridad. A pesar de todos esos tipos de seguridad, un caco podría aprovechar mientras abres la puerta de la calle para ponerte un cuchillo en el cuello y entrar. No se llevaría mucho, pero el susto y las posibles lesiones que pudiera provocar no tienen precio.
Así pues, uno tiene que pensar también en un sistema CCTV, con cámaras de vídeo, que estén incluso conectadas a un sistema webcam. Y este sistema tampoco es inmune a cacos preparados e inteligentes.
Recuerdo cuando mis padres tenían su restaurante. Tenían una buenas rejas, un cristal blindado, una alarma, unos ventanales grandes que ocupaban toda la fachada, luz en el interior, las máquinas tragaperras y la máquina del tabaco expuestas y abiertas para enseñar que estaban vacías, incluso la caja registradora, detrás de la barra, también estaba abierta, expuesta y vacía. El restaurante estaba en una calle muy frecuentada por transeúntes, y estaba justo enfrente de nuestra vivienda. Por tanto, quien nos conociera sabía que estábamos muy cerca. Incluso con todo eso, raro era el mes que no intentaban entrar para llevarse NADA. Y más de una vez nos rompían el cristal blindado con una maza.
Uno se pone a pensar y reflexiona: tengo una mejor casa, pero me he hipotecado también en seguridad, a pesar de ser igual de pobre que antes. Lo mejor sería tener una vivienda vieja y destartalada, con un tesoro en su interior, por la que los cacos ni se fijarían, a tener una casa nueva y decente, pero sin valor en su interior, y que sea objeto de las miradas codiciosas de los amigos de lo ajeno. ¿No era yo más feliz antes, despreocupado de mi seguridad?