El viernes pasado estuve comiendo con mi buena amiga Esther, quien trabaja en recursos humanos de una consultora multinacional de tecnologías de la información. Entre los distintos chismes de los cuales estuvimos hablando, apareció un tema interesante.
Para ella era preocupante el nivel que se estaba poniendo los sueldos y las categorías en nuestro sector, en las cuales, algunas consultoras, con tal de quedarse el cliente, eran capaces de ir bajo costes.
La compañía de mi amiga, al igual que la mayoría de las consultoras en el mercado español, trabajan con acuerdos marco con las grandes consultoras o con las grandes compañías que contratan sus servicios. Independientemente del salario mínimo y máximo que marcan los convenios, los contratante estipulan un rango de salarios para cada una de las categorías profesionales. Y de entre las consultoras que ofrecen sus tarifas, las contratantes escogen las de los precios más bajos y, a la vez, con mayores garantías, cumpliendo así ciertas certificaciones que imponen las contratantes.
Hasta aquí la cosa sería lo correcto, pero la sorpresa aparece cuando hay empresas que van bajo costes, contratando personal muy poco cualificado que exige un sueldo que ni yo, en mis buenos tiempos, podía soñar. Hay casos en los cuales un recién licenciado o un trabajador con apenas meses de experiencia, exigen sueldos de entre 20K y 30K (miles de euros), siendo lo más habitual encontrarse más cerca de los 30K. Asimismo, se pueden ver cómo chavales que aún no tienen la carrera terminada, ya van siendo contratados como consultores o analistas junior, en lugar de pasar por el obligado pase de programador junior y programador senior.
Lo más alarmante de todo, es que ella no puede contratar a estos "lechones" con esas categorías y esos sueldos "inflados", y encima otras consultoras sin escrúpulos se los llevan aceptando esas condiciones. Contra estas prácticas ella no puede luchar, pues los precios están cerrados en los acuerdos marco.
Uno cabe preguntarse que si estas consultoras "tragan" por esas condiciones, es que en realidad, o están palmando dinero con tal de conseguir entrar en el cliente (contrataciones estratégicas), o bien están ofertando al "lechón" como un profesional ya consagrado y con mucha experiencia. La primera opción es un riesgo, pues no hay provisiones en caso de penalizaciones y, con el agravante de el lechón pueda querer más y repetir esa práctica nuevamente fuera de su nueva empresa. La segunda opción es también un riesgo si la empresa contratante descubre la maniobra y se siente engañada, con lo que introduciría a la consultora en la lista negra de proveedores "non gratos".
Ante ésto uno se hace mil y una preguntas. Por un lado, si estamos otra vez ante una burbuja tecnológica como ocurrió a finales de la década de los noventa, inicio del año 2000, en donde un pinchazo haría resentir nuevamente los cimientos de nuestro mercado laboral. Yo creo que no, pues ya tenemos experiencia, y las empresas ya tienen cubiertas las espaldas con auténticos profesionales.
En el debate de esta semana invito a participar a todos a dar su opinión y a contar sus propias experiencias. ¿Qué crees que está ocurriendo en el mercado laboral?. ¿Son tan habituales estas prácticas?. Si no eres de España, ¿cuál es la situación en tu país con respecto a la contratación de profesionales en TI?. ¿Hay datos que se me han pasado al hacer la exposición de este artículo?. ¿Quién tiene la culpa, el empleado "listo" o la consultora?. ¿Quién engaña a quién?.
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