Esta semana toca un tema bastante polémico, por lo que os rogaría fuéseis lo más asépticos posible en los comentarios.
En multitud de ocasiones he tenido este debate más o menos acalorado con compañeros, a la calidez de un humeante y aromático café, o en torno al pinchito de los viernes. Un debate que nos apasiona y nos preocupa, pues es nuestro día a día, nuestra forma de vida.
En líneas generales veo un gran descontento, especialmente para aquellos que empiezan en este mundillo, con el petate a la espalda nada más salir de la universidad, y muchos de ellos recorriendo grandes distancias, porque en sus provincias y en sus pueblos no hay trabajo en informática, sea cual sea la forma de dicho trabajo. También le pesa a los veteranos, especialmente en aquellos que siguen en la parte técnica, que están hartos de trabajar y no ver más que al mismo perro pero con distinto collar.
La visión desde otros gremios es que somos seres superdotados y con un cerebro especial, y por ello vivimos en mundo de cojines de pluma, con todo tipo de comodidades, haciendo lo que nos gusta y cobrando más que el resto. Ese mundo de sueño se desvanece una vez estás dentro y te encuentras metido en una trampa de la cual ni puedes ni quieres salir, como una droga.
Llevo más de veinte años trabajando en el mundo de la informática, más de diez en la consultoría, y he visto y he vivido de todo. Pero no por ello dejaré de sorprenderme, ya que las empresas son seres vivos, creadas y gestionadas por humanos que, como ya he dicho en alguna ocasión, es el ser más estúpido de cuantos existen (yo me incluyo en esa descripción).
La consultoría informática es un mundo aún muy joven y quasi virgen. Experimenta una vertiginosa explosión de colores, olores y el nacimiento de pequeñas criaturitas zumbadoras picando de flor en flor. Todo muy bonito, como en un anuncio de compresas.
El ciclo de la vida es simple: debe haber depredadores de todo tipo. El pez grande se come al pequeño, y el león macho debe morir joven para que la extirpe sea renovada por otro león macho joven.
La globalización y la feroz batalla de las grandes consultoras multinacionales es un hecho innegable, y para sobrevivir hay que tener resultados evidentes que justifiquen la eterna lucha por la supremacía del entorno. ¿Cómo conseguir esos resultados?. ¿Qué importa?.
Llevamos años viviendo el efecto "mente-factoría". Consiste en que las grandes consultoras se dediquen sólo al trabajo de la mente. Eso implica ganar ofertas y realizar el trabajo de organización, planificación, gestión y hasta de toma de requisitos. El resto del trabajo se delega a las "factorías de software", en países menos desarrollados, donde la mano de obra es irrisoria. Esto, bajo la máscara de desarrollo en aquellos países y la imagen altruista de los patrones ricos, esconde una estrategia de beneficios lucrativos con un margen aún mayor del que ya existía. Todos conocemos países "software-factory" como La India, ahora China, los países del este de Europa y la América del centro y del sur.
Dentro de las empresas consultoras vivimos operaciones que a veces creemos suicidios o delirios, debido a prácticas a veces deshonestas, otras de ignorancia, otras vanidosas... de ciertas cabezas de la hidra de la consultoría.
Los comerciales son una parte fundamental de la consultoría, pues gracias a ellos se genera el negocio y, por ende, el trabajo y el dinero que paga nuestras nóminas. Hace tiempo pecaban de ignorancia en este mundo, y les hacía cometer multitud de errores, principalmente de dimensión de proyectos. Hoy en día, los comerciales tienen una buena cultura tecnológica y aquellos errores no son tan corrientes.
Pero los comerciales son humanos, y siguen viendo negocio, comisiones y resultados. Esto, junto a las presiones de los proyectos, puede hacerles "vender motos" que no existen con tal de alcanzar las cifras, sin importar las implicaciones que los equipos técnicos tendrán que sufrir, y a los cuales se les culpará de construir una Vespa achacosa en lugar de aquella Harley Davidson de diez mil centímetros cúbicos, con radio estéreo MP8 con 200 altavoces y 30 tweeters, con 10 ruedas de 325 con llantas de aleación titanio/oro de horma ancha, y 25 tubos de escape que se le vendió al cliente.
Quiero aclarar que no todos los comerciales realizan estas prácticas, y conozco auténticos profesionales, honestos y competentes en las lides de la venta. Pero es innegable que sigue existiendo el rol del charlatán, como en cualquier gremio.
Por otro lado tenemos directores y consejeros delegados que sólo ven negocio y más negocio. No ven a las personas que levantan ese negocio, que sacan adelante ese negocio, que hacen posible con su sudor ese negocio. Directores que les hace falta honestidad y, sobre todo, humildad.
Hace poco estuve trabajando en una consultora en la que su consejero delegado se preciaba de sacar sólo proyectos cerrados y que no entrarían en las prácticas de "boddy shopping", por amor a las personas. Tras trabajar un año en esta compañía, en un kick-off, este mismo personaje se jactaba de estar "abriendo melones" en América del Sur gracias a factorías del software, y que el negocio en mi país iba creciendo gracias al "body shooping".
No sólo se había pasado al "lado oscuro" de la consultoría, si no que además se jactaba de ello, ya que estaba obteniendo resultados como nunca, y la esperanza de crecimiento en apenas dos o tres años era exponencial en cuanto número de empleados.
Su humildad, además, se hizo irónica, ya que se burlaba con guasa, precisamente, de empresas número uno mundiales, con decenas e incluso centanas de miles de empleados en todo el mundo. Las ninguneaba como si fueran bichitos pequeños. Soberbia y vanidad del consejero delegado de una empresa que no alcanzaba los doscientos empleados en España.
Otra empresa para la que trabajé hace algunos años, dió como beneficios 1000 millones de pesetas. Pero nadie vió (y aún menos recibió) los beneficios prometidos en el variable.
La empresa seguía creciendo en número de empleados, aunque yo veía como nos íbamos acumulando en las salas, y todos desasignados, sin proyecto. Al final, no podía aguantar más y me fui a otra empresa.
Al poco tiempo, se cerró ese año con un agujero de más de mil millones de pesetas, y con más de doscientos empleados en la calle, con una mano delante y otra detrás, con tres meses de sueldo sin percibir.
Esta es una anécdota que es la tónica de directores "langosta", que van arrasando con las cosechas por donde pisan. Y lo peor de todo es que son más voraces cuanto más grandes se hacen.
Suelo ser empático, y me gusta ponerme las gafas de todos: la del director, la del gerente, la del jefe de proyectos, la del comercial, la del técnico, la del becario... Quiero sentir lo que sienten, y ver el conjunto en su justa medida. Creo que al final es como todo: no se puede achacar la culpa a una empresa, si no a las personas que formamos las empresas. Puedes entrar en una empresa "buena", pero dar en un proyecto con personas de trato extremo y poco honesto. O bien dar con una empresa "de las peores", y dar con un proyecto y personas de las mejores.
He contado alguna anécdota, pero existen innumerables anécdotas, cada cual más increíble, pero cierta. Se verterían mares de tinta para escribir todas ellas. y el post sólo pretendía remarcar algunos puntos por los que empezar un debate.
¿Crees tú que hay corrupción en el gremio de la consultoría informática?. ¿O son las personas las corruptibles, y por consiguiente, corrompen su entorno?. ¿Qué crees tú que se puede mejorar?. ¿Qué experiencias tienes a colación de este tema de debate?
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