El futuro es un bromista que a menudo le gusta cambiar tus planes.
Un instante, tan sólo un instante, es necesario para hacer grandes cosas y para cambiar una vida o un mundo.
La vida está llena de instantes, y vamos acumulando estos instantes sin pensar que cualquiera de ellos puede hacerte el más feliz o el más desafortunado de las criaturas que pueblan este mundo, sin ni siquiera imaginar que uno de esos instantes puede ser el último.
He estado trabajando duro durante mucho tiempo, dando lo mejor de mí, esforzándome al máximo, dedicándome enteramente a mi trabajo para labrar un futuro mejor para mí y para mi familia. Durante dos años y medio he estado sacrificando sueño y tiempo en compañía de mi hija, para tener un trabajo estable y poder conseguir una nueva casa. Dos años y medio de ilusiones, presiones y nervios. He pasado casi un año intentando vender mi casa actual. La semana que viene es muy posible que firme la venta. Julio es la fecha prevista para ir a nuestra nueva casa.
Pero un instante ha cambiado todo este proyecto de vida, pues hoy he sido despedido de mi empresa, en la que tenía puesta todas mis ilusiones profesionales y personales. Ese fatídico instante ha truncado todo el esfuerzo realizado, pues debo encontrar un trabajo enseguida y no creo que ningún banco me conceda una hipoteca con menos de seis nóminas.
Pero, lejos de despotricar, de culpar, de lamentar, de rasgarme las vestiduras, de preocuparme, de enfadarme de darle vueltas al asunto sin llegar a ningún sitio, lo he tomado con una actitud positiva. De nada sirve todo ésto, salvo para perder el tiempo y alimentar una frustración innecesaria e inevitable. En lugar de ello, acepto la situación (mi mujer no lo ha podido encajar), y con la mente fría he tomado la actitud de no rendirme y luchar por ver otras posibilidades. Es posible que ahora no sea el momento, y que esto es una lección y una experiencia de la que se puede aprender mucho y de la que uno sale fortalecido. Es posible que si no vendemos el piso, y perdemos el 25% de todo lo que hemos invertido, más los intereses cobrados en los créditos que hemos abierto, por lo menos seguiremos teniendo nuestra casa, que es la primera necesidad, y que en un futuro podamos tener una mejor inversión inmobiliaria. No nos quedamos sin nada.
Respecto a mi empresa, no guardo ningún rencor en mi corazón ni contra la empresa ni contra las personas que me han despedido. Les doy las gracias por poner un obstáculo en mi vida que me dará la oportunidad de agudizar mi destreza y mi habilidad para superarlo, y me permitirá ser mejor aún de lo que soy. Agradezco de corazón la oportunidad de haberme acogido en la organización, de haberme hecho partícipe de importantes labores y decisiones, de conocer a grandísimos compañeros y profesionales, de aprender muchas cosas y de poder tener a mi disposición la oportunidad de superarme a mí mismo ante las circunstancias. Creo que mi trabajo ha sido encomiable, pues he dado lo mejor de mi, y las personas con las que he trabajado han dado lo mejor de sí para mí. Si alguna de las semillas que he sembrado en el trabajo ha servido para que las cosas vayan mejor para la empresa o para alguno de mis compañeros, me sentiré satisfecho de por vida. Estoy orgulloso de haber trabajado con los mejores profesionales que he visto en muchos años.
Ahora tengo la oportunidad única de pasar más tiempo con mi hija, recuperando el tiempo que invertí a favor de mi trabajo. Ahora tengo la oportunidad de pasar más tiempo y de animar a la mujer que elegí para compartir mi vida. Ahora tengo la oportunidad de hacer más deporte y de leer más. Tengo la oportunidad única de tener más tiempo para encontrar la inspiración de mis reflexiones y poder escribir algo hermoso. Tengo la oportunidad de redecorar mi casa, ya sea ésta o preparar la otra (espero que sí). Tengo la oportunidad de hacer tantas cosas que no podía hacer por culpa de mi trabajo...
Así son las cosas. Ocurren en un instante, y nadie se lo espera ni está preparado. Con la actitud de aceptarlo y extraer lo mejor de todo lo ocurrido se consigue abrir la mente para ver las circunstancias con otra perspectiva, y aguidizar el ingenio y el coraje para seguir en el camino que es la vida. No merece la pena malgastar valiosísimos instantes en lamentarse y preguntarse ¿por qué?. Es un desperdicio consumir esos instantes que son nuestra propia vida en lo que es inevitable. Es más útil aceptar la situación y decir, ¿por qué no? ¿Y ahora qué? ¿Cómo continuamos?
Si de los excrementos se obtuvo el abono, y del moho la penicilina, ¿qué no obtendremos de un problema?. No lo quiero ni imaginar.
Aunque mis sueños se desvanezcan en un instante, nunca dejaré de soñar.
Sed felices, aquí y ahora.
Rafael Hernampérez