Me gustaría compartir con vosotros, una parábola muy bien redactada y enfocada por Michel Henric-Coll, creador de Fractal Teams. (Fuente: http://blog.fractalteams.com/?p=299) ¿A alguno le resulta familiar?
Érase una vez una granja que poseía 50 gallinas. Eran gallinas ponedoras que ponían una media regular de cuatro huevos al día, lo que permitiera que el feliz granjero vendiera en el mercado a diario 200 huevos.
Pero el propietario de la granja quería sacar más beneficios, así que emprendió una cruzada contra el encargado para que consiguiera mayor productividad de las gallinas.
Eran una gallinas bastante felices. Hasta escuchaban música por los altavoces repartidos en la granja. Pero debido a la presión que el propietario aplicaba al granjero para rebajar costes, este vendió el equipo de música y canceló la suscripción a Spotify. Ansioso, en lugar de visitar a las gallinas una vez al día, empezó a visitarlas cada dos horas y a recoger el huevo que habían puesto ya. Pero todo este movimiento perturbaba a las gallinas y como consecuencia del estrés, bajaron su producción en un 25%.
Fueron sólo 150 huevos los que pudieron venderse en el mercado. El propietario se puso furioso exigiendo mayor rendimiento con amenazas de despido. Entonces el granjero apretujado cogió una gallina, la mató y la puso en venta en el mercado junto a los 150 huevos del día. Como una gallina valía como 50 huevos, el propietario estuvo relativamente satisfecho con los ingresos. Una gallina menos representaba un ahorro en comida para animales y esto era muy bueno. Sin embargo, al día siguiente, sólo habían 146 huevos. Preocupado, el granjero mató a otra gallina y así sucesivamente durante 10 días. Al cabo de este plazo, le quedaban 40 gallinas que pusieron 120 huevos. Había conseguir mantener ingresos cercanos al precio de venta de una producción de 200 huevos matando gallinas.
¡Qué demonios! El propietario exigía su rendimiento, así que recortó el presupuesto para granos, mató a otra gallina y fue a venderla junto con los 120 huevos del día. Pero los ingresos totales correspondían a una producción de 170 huevos, nada más. El día siguiente era un martes, las 39 gallinas sólo habían puesto 117 así que aumentó la presión sobre ella, molestándolas cada hora y causando aún más estrés.
El viernes tuvo que matar a dos gallinas. Recogió 100 huevos que las supervivientes habían puesto, bajando el promedio habitual. Con todo, ingresó el equivalente a 200 €, como en los buenos tiempos.
Al finalizar del mes, le quedaba una sola gallina que puso dos huevos. Se hizo una tortilla que degustó con un vaso de tinto y un mendrugo de pan, preparó el petate y se fue por los caminos sin mirar atrás.