Mientras degusto una espléndida taza de Earl Grey (un famoso y aromático té inglés, bien calentito), me dispongo a escribiros en este blog una aventura que tuve ayer. Estuve con unos buenos compañeros de trabajo en Londres, y la experiencia fue bastante positiva.
De Milton Keynes a Londres se tarda de 50 a 60 minutos en tren (te clavan 16 libras (unos 24-25 euros)). Una vez allí, se coge el metro (de Euston a Oxford Circus son sólo dos estaciones, y te clavan 4 libras (unos 6 euros)). Cuando sales, pareces que te sumerges un sueño, ya que Oxford Street es una calle espectacular, con muchísimo trasiego de personas y de coches. Lo que parece increíble es que una calle como la Gran Vía de Madrid, con tanto y tanto comercio, la calle sea casi la mitad de ancha que la de Madrid. Asimismo, también parece increíble que se vea tantísimo autobús de dos plantas, y que con el tráfico que hay circulen tan rápido y maniobren en tan reducido espacio como si fuera una bicicleta. Quien haya visto la segunda película de Harry Potter sabrá de lo que hablo.
Recorriendo esta calle y entrando en la casi inacabable hilera de tiendas y centros comerciales, entramos en un centro comercial espectacular, como El Corte Inglés, pero mucho más de lujo y más grande. No era el Harrods, pero se le acercaba bastante. Lo que parecía increíble es que con tanto y tanto artículo de todas las marcas, tan pijo (sobre el golf y primeras marcas no había quién lo igualara), no tenían un sólo producto escocés (ni falda ni gorro escocés).
Increíble parecía también las calles adyacentes o que desembocaban o partían de Oxford Street, ya que parecía que no tenían nada de tráfico ni de tránsito humano. Eran muy tranquilas, y las casas de estilo victoriano hacían el cuadro de un ambiente romántico.
De camino a Picadilly, encontramos una tienda de productos sólo escoceses y allí compré un gorro típico escocés para mi padre. En Picadilly, pudimos ver, a lo lejos, el Big Ben, iluminado y cortando el horizonte londinense.
Después, entramos en el Soho (el barrio chino), con todo su encanto y candor. Visitamos varios pubs, como el White Horse o el Intrepide Fox, éste último impresionante, ya que parece un pub típico, pero cuando pasas debajo de su gárgola y abres la puerta entras en el paraíso: multitud de lápidas en el techo, con calaveras por todos los sitios, piratas, telarañas, cabezas decapitadas y bañadas en sangre... Vamos, que entre Rammstein, Motor Head, Offspring, Megadeth y demás parafernalia, no te apetece irte nunca, a pesar de las pintas que encontramos por aquí y de un viejo verde que le echaban de Chueca por ser más trucho que todos los de ese barrio, y que no dejaba de hacernos un scanner y guiñarnos el ojo con ademán poco honesto.
En el Soho comimos en un garito árabe de poca reputación y comida rápida, junto a un local llamado Twilight, donde de vez en cuando salía a la puerta alguna moza de curvas peligrosas y ropa abatible y fácil accesibilidad (ya me entendéis). Por cierto, no os recomiendo comer en estos sitios, ya que esta noche purgué toda la comida de la semana ;-) Además, nos cobraron de más y se querían quedar con el cambio haciéndose los longuis (pagamos con 40 libras el monto de 29, y sólo nos dieron la vuelta de 30 y encima se mosqueaban porque reclamabas las 10 libras que faltaban).
Os comento que los ingleses, no sólo por las fechas que son (cercanas a Navidad), se han desmadrado con lo del levantamiento de restricción de horarios de los pubs. En el rato que estuve en Londres y de los pubs que visité, aquí nadie consume nada sin alcohol, y beben y beben y vuelven a beber. He visto broncas con los cachas de las puertas, y hombres y mujeres con unos mocos exagerados. Incluso tenías que ir esquivando a alguno que otro que iba zigzeando a lo largo y lo ancho de las anchas aceras.
De vuelta a Milton Keynes, conocimos a un simpático inglés que alababa a los españoles y a los italianos. El buen Paul tenía un pedal más grande que Indurain. Y entre aliento hediondo, salivazos y codazos, y con la alegría que el buen hombre tenía encima, tuvimos que presenciar un espectáculo increíble: su mujer, en el asiento de al lado, se lo estaba montando con un maromo que se parecía a Kojack. Al pobre hombre se le acabó la alegría de golpe cuando vio a su mujer meterle mano al Kojack y darse picos de manera obscena. Para colmo de males, el resto del vagón se despiporraba. En la primera estación, el Kojack se iba, y la mujer se iba con él. Nuestro amigo Paul, intentó detener a su mujer, y, perdiendo el equilibrio se cayó encima mía. Al final, salió en la misma estación, y Paul tuvo que seguir a su mujer a cierta distancia en el andén con una cara que no se la deseo a nadie.
En fin, una noche interesante. A continuación os publico alguna foto de Londres:
Picadilly
Junto a una estatua enfrente de Picadilly
En el garito árabe, con el gorro escocés que le compré mi padre
Hoy he podido sacar alguna que otra foto de Milton Keynes, pero sólo de la zona empresarial. Espero que os guste:
Nadie sabe qué carajo es esta escultura, pero alguno la denomina los Penes de mono gemelos
El mega centro comercial Midsummer Place
Calles del centro empresarial
The Church
Puentes con túneles iluminados para los peatones (se evitan los pasos de cebra y se aligera la circulación). A ver si aprende nuestro amigo Gallardón, que es mejor y más barato hacer túneles para los peatones que para los vehículos
Bueno, hoy saldré antes e iré por el Midsummer Place a comprar algunas cosillas para la navidad, como este magnífico Earl Grey (que os recomiendo) o las galletitas de chocolate ;-) Un abrazo a todos y Feliz Navidad