Se acaba el 2005 y, después de lo vivido en este año, uno acaba teniendo reflexiones en base a la experiencia.
He vivido la pérdida de seres queridos (y alguna, por desgracia, sin necesidad de una muerte, por lo que duele más), reconciliaciones, discusiones, conocer nuevos y grandes amigos, momentos felices y momentos no tan felices. A muchos de vosotros no os veo desde hace años, pero seguimos comunicados por correo (aunque a la mayoría no le guste dedicar un minuto a escribir alguna línea), a otros os veo de vez en cuando (y no tan a menudo como me gustaría).
Por desgracia, la vida es así. Vivimos nuestras vidas según se va presentando los momentos, con mejor o peor acierto en nuestras decisiones. Esto demuestra que somos seres reactivos y que todo lo que planificamos lo dejamos al margen para dejarnos llevar por la corriente de los acontecimientos.
Algunos se olvidan de aquellas personas que en el pasado nos hicieron felices o nos hicieron sufrir. Es muy fácil beber del agua que tenemos delante y olvidarnos de que el pasado no muere, y que, precisamente, el pasado es la causa del presente. "No hay efecto sin causa". Es una ley universal y cierta. Siempre intento contactar con todos vosotros a pesar del tiempo y de la distancia. Sois todos especiales, criaturas de este microscópico momento llamado vida, y que el batir de alas de una mariposa puede llegar a provocar el caos en otro remoto lugar. Galadriel (la reina elfa del Señor de los Anillos) dijo: "hasta el más pequeño puede cambiar el curso del futuro". Esto es innegable, y en el futuro ocurrirán cosas que se deberán a detalles minúsculos del pasado.
Siempre he intentado hacer lo mejor posible en todo momento, especialmente en lo personal, ya que, aunque haya negocios y trabajo, la relación humana es la que impera por encima de todo. A veces con mejor o peor acierto, otras con la mala suerte de los que otros, externamente, y bajo sus circunstancias hayan podido interpretar. "No hay palabras mal dichas, si no mal interpretadas". Es un refrán con mucho acierto, y muchas de nuestras rencillas se deben a malas interpretaciones, que luego, por orgullo no queremos solucionar. Es mucho más fácil hablar aunque duela, para poder solucionar una disputa, de lo que uno cree. Siempre pecamos de ser orgullosos y discutir por minucias estúpidas. Nos comportamos como niños, pero, a diferencia de ellos, nosotros ni perdonamos ni olvidamos. Pero, no hay peor disputa que aquella que se sentencia con el silencio.
Hace apenas dos días, de camino de Milton Keynes a Luton, Abdul, el conductor que me llevaba, me comentaba que hacía apenas dos días murió su hermano pequeño. Tenía 35 años, y había estado en el ejército de EEUU, llegando a ser oficial. Después dejó el ejército para volver a Kenya, su país de origen, para trabajar en una empresa de Seguridad, con un puesto importante. Era una persona muy querida en Bombasa, y muy conocida, no sólo por su destreza física en los deportes, si no también por su comunicación y aportación a la comunidad. Esta persona, se empezó a encontrar mal, faltándole la respiración. Llegó por sus medios en el coche al hospital, aparcó el coche y entró en el hospital aquejándose. Mientras le atendían, llamó por teléfono a su hermana, y a los quince minutos falleció. Una persona carismática, buena, joven, fuerte, atlética y sin enfermedades de ningún tipo, dejó de existir de forma imprevista en unos pocos minutos. Una pérdida importante para su mujer, sus hijos, sus padres, su familia, sus vecinos, sus amigos... "Ningún padre debería enterrar a sus hijos", dijo el rey Theoden en El Señor de Los Anillos. Es lamentable y triste, pero mientras Abdul me contaba esta historia, vi alegría y orgullo en sus palabras. Alegría y tristeza al mismo tiempo. Alegría porque su hermano fue alguien ejemplar, bueno e importante para todos, y sólo recordaba de él buenos momentos.
Hace apenas un mes en mi blog publiqué una reflexión que me hizo pensar y ver la vida de otra manera. Ninguno de nosotros sabe qué pasará el momento que viene. Por eso os propuse una reflexión importante: si tuvieras sólo 24 horas de vida, ¿qué harías?. ¿Cómo aprovecharías ese tiempo?. ¿En qué invertirías cada uno de esos segundos que se van descontando de manera inexorable?. ¿Cómo te gustaría que te recordaran?. A mi me sobraría con que una sóla de las personas que conozco me recordara como Abdul recordaba a su hermano.
¿No sería maravilloso dejar este mundo sin ninguna deuda, en paz con todos y con uno mismo?. ¿Para qué discutir por tonterías y contaminar los momentos que nos quedan con amarguras y frustraciones?. ¿Por qué no ser feliz a pesar de las circunstancias?. "A mal tiempo buena cara". "Ríe y el mundo reirá contigo. Llora y llorarás sólo". "Carpe Diem" (Vive el momento).
Os deseo lo mejor, no para el 2006, si no para cada uno de los momentos de nuestra vida que nos queda por vivir junto a todos los demás.