Ayer tuve un día peculiarmente peculiar (valga la redundancia), ya que mis aventuras y desventuras con Easyjet (dejé Iberia porque nunca ocurría nada), y tuve la suerte de sufrir aquellas maravillosas historias de una jornada en Barajas. Cuando el avión fue arrastrado del aparcamiento, se notó como si hubiera pisado algo en el suelo (yo iba en la segunda fila del avión, y el tren de aterrizaje delantero estaba casi debajo mía). Al poco se empezó a escuchar martillazos justo debajo nuestra. Tras una hora y media de martillazos y dolor de cabeza, nos vuelven a remolcar al aparcamiento, y nos tienen más de media hora en el asiento. Por supuesto que te dicen lo que pasa, pero en perfecto inglés a través de un sistema de megafonía totalmente arcaico. Por lo que me enteré, el problema se debía al tren de aterrizaje delantero, que se había dañado (no dijeron cómo), y tenían que cambiar algunos componentes, incluída una rueda. Al final, tras más de dos horas en el avión, nos sacan, nos meten en un autobús y de vuelta a la terminal. Nos dan un pase especial para embarcar y que vayamos a la puerta B18 para más información. Nos hacen pasar otro control policial, con scanner y todo. Vamos a la susodicha puerta y no tienen ni idea, ya que ahí embarca el vuelo para Manchester. Volvemos a la puerta B33 (que es donde habíamos embarcado inicialmente), y al rato volvemos a embarcar, sin notificar nada por megafonía y sin tener en cuenta los grupos (en Easyjet, por orden de llegada te meten en el grupo A (para los primeros), B, C o D (para los últimos), en orden de llegada.
Al final subimos a bordo y, por fin, salimos de Madrid. Cuando el vuelo tenía que haber salido a las 10:50, al final salió a las 14:30.
Y como todo funciona tan bien en Easyjet, sólo hubo disculpas del comandante. No hubo ni invitación de papeo ni nada (yo sólo me había tomado una naranja y un yogur a las 5:30). Así que ya sabéis que hay una compañía aérea que puede llegar a ser peor que Spanair. No sólo no te ponen un intérprete de castellano en un vuelo UK-España, si no que además, tras tenerte cabreado no te invitan ni a comer un miserable bocadillo.
Al llegar a Luton, a eso de las 15:35 horas (hora local (en Madrid, las 16:35)), estuvo la cinta vacía de maletas durante más de media hora. Al final cogí mi maleta a las 16:20 y ya no me daba tiempo para comer, ya que tenía esperando mi coche a las 16:30.
En Luton empezó a nevar copiosamente, y de camino a Milton Keynes, tuvimos que ir circulando a menos de 80 km/h, ya que la cantidad de nieve, y la intensidad de la nevada, nos impedía ir más deprisa.
Una vez en el hotel, y ya instalado en mi habitación, tuve que hacer acopio de fuerzas e ir al Midsummer Place a comprar algo de prenda de abrigo. Como era festivo aquí, sólo había unas pocas tiendas abiertas, y máxime cuando eran ya más de las 18:00 horas. Tuve que entrar en una tienda Moschino y pillar una bufanda escocesa por 17 libras (unos 25 euros). Me dolió mucho, pero, agradecí mucho su calor.
Esta mañana Milton Keynes se ha levantado blanco, y he tomado algunas fotos para vuestro (y mío también) deleite. Espero que os gusten:
Y como estas fechas son entrañables, mi niña (a la izquierda), y mis sobrinos Alba y Carlitos, os desean felicidad en estas fiestas y un feliz año 2006, que lo mejor del 2005 sea lo peor del año que entra.